Mia es una chica de 17 años, vive en Oregón, tiene una mejor amiga que la ayuda y la apoya cada vez que la necesita; unos padres que la quieren y la cuidan; un hermano pequeño al que quiere con todas sus fuerzas y al que cuida como a un hijo; y un novio con el que lleva saliendo casi dos años. Hasta ahí todo es normal y su vida va bien, no puede pedir nada, en realidad. Pero un día de febrero, en un trayecto en coche con sus padres y su hermano, sufren un accidente.
Sus padres mueren a la vez, en el mismo instante en el que el camión choca contra ellos. Su hermano, en cambio, esta grave y lo llevan al hospital. ¿Y ella? Está también herida, inconsciente, en coma con costillas rotas, el intestino perforado al igual que los pulmones, heridas por el golpe, costillas rotas y daños cerebrales por el golpe. Pero ella está consciente, fuera de su cuerpo, como un fantasma que no sabe que lo es hasta que ve su cuerpo inerte. Sigue a su cuerpo hasta el hospital, donde no comprende que debe hacer mientras ve como la operan. Llegan sus abuelos, también sus tíos y primos, más tarde Kim, su mejor amiga y Adam, su novio.
Cada uno de ellos se sentará en el sillón tan incómodo al lado de su cuerpo entubado para hablar con ella, aunque su intención real es hablar con ellos mismos, intentar percibir realmente que es lo que ha pasado, demostrarse así mismos que el dolor es real, despedirse de ella y darse ellos mismos la esperanza necesaria para creer que ella puede despertar, seguir adelante. Claro, que ella los escucha, y recuerda cada momento que ella sintió importantes, relevantes, que la marcaron de una forma u otra. Porque una enfermera le dio la clave. Ella tiene la batuta, ella elige si despierta o si muere, es su elección y solo tiene una oportunidad.
Obviamente será duro, la tristeza y la soledad la invadirán cada día, pero deberá ser fuerte si decide quedarse. La palabra "huérfana" estará siempre ahí, en las bocas de los demás. Tras sus párpados, cada vez que los cierre, encontrará siempre la imagen de sus padres tendidos sobre la fina capa de nieve, sin vida.
Pero aún así tiene su violonchelo, la oportunidad de su vida para entrar al mejor conservatorio de Estados Unidos, porque el violonchelo, la música clásica es su vida y nunca se siente más viva, cómoda, decidida y mejor que cuando tiene ese gran instrumento al que adora entre sus brazos. Y también está Adam, que también ama la música, y la ama a ella. Porque empezaron a salir en el instituto, pero su amor nunca fue "adolescente", rápido, efervescente, momentáneo. No, siempre fue más fuerte que todo eso. Y sus abuelos, y Kim, y Henry y Wilow, los mejores amigos de sus padres. Todos ellos son y han sido siempre su familia. Ahora, si decide quedarse, serán su única familia.
Así que es hora de que elija.
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